FANTASMAS PARA NOCHES LARGAS

Fantasmas para noches largas

Transcribo el prólogo que escribió el poeta y escritor Gonzalo Márquez Cristo para mi novela Fantamas para noches largas, con una nota muy especial de agradecimiento de mi parte. Fantasmas para noches largas, por Martha Cecilia Rivera, estará disponible el mes próximo en http://www.amazon.com versiones en inglés (Ghosts for Long Nights) y en español, y también en la Feria del Libro de Bogotá, 2014, publicación de Fundación Común Presencia.

EN EL REINO DE LA APARICIÓN
Por Gonzalo Márquez Cristo

Con una narrativa de exquisitez estilística, que impone a lo largo de toda la ficción una atmósfera de voraz intimismo, Martha Cecilia Rivera emprende, en su ópera prima, la construcción de un escenario donde enigmáticas y obstinadas apariciones van poblando la despojada vida de Rebeca Hidalgo: la deleitosa protagonista de su artilugio verbal.

Sabemos, desde antes de Freud, que todos los espectros proceden de la patria de la soledad. Pero aquí, es necesario advertirlo, la autora entiende por “fantasma” lo mismo que pensaban los antiguos Griegos (φάντασμα), y plegada al sentido original de ese término que alude a una “aparición” –cuya etimología es sabiamente la misma de “fantasía”–, nos conduce página a página tras esas creaturas huidizas que no moran tan solo en nuestro inconsciente, según la norma impuesta por relatos clásicos como Otra vuelta de tuerca de Henry James o por geniales filmes como El inquilino de Roman Polanski. Aquí la autora, plegada a la fuerza que determina ese “hacerse visible”, coincide entonces con el propósito primordial de la imaginación; porque es la fantasía el poder destinado a habitar, no solo los territorios fundados por la literatura, si es que aceptamos que los personajes son fantasmas de letras, sino a tomar por asalto –y esto posee mayor esplendor– nuestras despojadas existencias, y a enriquecer nuestras vidas desérticas.

En consecuencia, si el estigma griego impone su dominio, la historia de desolación y agravio que padece aquí Adela Buitrago (la madre de Rebeca), termina por encontrar su aciago retorno, pero esta vez dejando una impronta más radical. Se vuelve inevitable entonces invocar la aristotélica hamartia: pues así como toda progenitora, usualmente implanta en su hija ademanes y conductas como lo expresó Ingmar Bergman en Cara a cara, en la novela que ahora asediamos, son los fantasmas los que al parecer deciden ensañarse con el linaje femenino, que por malformaciones culturales, y más que eso, por la fuerza de un irresistible designio o de una culpabilidad irresoluta, ha desplazado a la figura “lícita” a un eclipse sensible, mientras como es sabido, es en el ejercicio extremo de la otredad, donde florece el deseo. De esta forma, el personaje sin sombra que personifica la esposa, permanece expuesto al sol que lo hace traslúcido, y que le impide generarse como figura ritual o escindirse como ávido caos, según parece descubrirlo al final de esta ficción la protagonista, quien decide, en una escena de gran intensidad, abandonar su sosegado lugar mediante un artificio mágico para poder hablar desde su luna interior.

Por tanto un doble interrogante se hace manifiesto al término de la lectura de esta obra que describe una espiral sensorial y donde el ritmo se muestra ineludible: ¿si la intención de la escritora es llevarnos por una historia donde la hechicería pretende su renovación –o mejor, su persistencia–en este pragmático siglo XXI?; o en forma recíproca ¿si es la propuesta de una escritora colombiana que desde su exilio voluntario a orillas del lago Michigan, desea contribuir como lo han hecho tantos creadores durante siglos, a que las “apariciones” encuentren en nosotros un círculo fecundo para engañar la soledad.

Tal vez la respuesta a ambos cuestionamientos sea afirmativa, pero lo que sin duda parece más explícito es la visualización de la mujer como un violento escenario, que prevalece a pesar del liberador siglo XX, pues aún se desata en ella –en su interior esplendente y en su geografía trémula– un combate sin sosiego, porque como lo reveló la urgente filósofa española María Zambrano, lo sagrado jamás podrá trascender el devastador asedio del terror y la gracia.

Bogotá, Marzo 3 de 2014″

GRACIAS POR LEER Y COMPARTIR MI BLOG: http://www.florentinoletters.com

Martha Cecilia Rivera, Chicago, Marzo 2014

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